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Anécdotas y curiosidades

Readaptación de viñetas en el Tíbet

Durante la prepublicación del álbum "Tintín en el Tíbet" en la revista Tintín, considerado una de las obras maestras de Hergé,  el maestro experimentó una nueva disposición del dibujo, consistente en extender las tiras a doble página, a la italiana.

Al llevar a cabo la adaptación para el formato del álbum, numerosas viñetas fueron añadidas, suprimidas o redimensionadas. Parece también que tuvieron lugar algunas alteraciones en el orden de las viñetas, como prueban las dos tiras inferiores de la página 32. En la viñeta C1, el capitán se dispone a salir en persecución de las llamas; viñeta C2, el capitán sube por la pendiente nevada; viñeta C3, se apoya en una roca; viñeta D1, al capitán le faltan 10 ó 15 metros para llegar a la roca; viñeta D2, se ve a los indios en el collado; viñeta D3, el capitán está otra vez en la roca, se apoya en ella, y ve a los indios pendiente abajo. En la versión original, la secuencia de estas mismas viñetas era mucho más lógica: C1, D1, C2, C3, D3, D2.

Templo p.32 strips C-D

Abundando sobre el eclipse del Templo del Sol
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Otro error muy... técnico, esta vez en el álbum "El Templo del Sol". En el eclipse de sol de las páginas 58 y 59 los cuerpos celestes se desplazan en la dirección equivocada...

En efecto, en el hemisferio norte, en el equinoccio, un observador del sol debe mirar hacia el sur; el sol se mueve entonces de izquierda a derecha, y lo mismo sucede con la luna. Sin embargo, como el sol viaja más rápido por el cielo que la luna (24 horas frente a 28 días), durante un eclipse la luna parece desplazarse de derecha a izquierda. La situación se invierte en el hemisferio sur.

Sin embargo, estando Perú tan cerca del ecuador, el sol podría también aparecer al sur durante el verano. Ahora bien, puesto que "Las 7 bolas de cristal" empieza en primavera (florecen las lilas en Moulinsart) y que nuestros héroes parecen dejar Europa en verano, es invierno en Perú, y el sol está entonces al norte. La luna debería, pues, moverse de izquierda a derecha, y no de derecha a izquierda... ¡Uf! Demasiado pedirle al maestro!

Templo p.58-59

Yendo un poco más lejos, es posible datar históricamente este eclipse. El relato fue publicándose entre 1943 y 1946. Durante ese periodo no hubo más que un eclipse total de sol sobre Perú, el 25 de enero de 1944.

En tal caso el movimiento de la sombra lunar estaría justificado, pero habría una contradicción con las estaciones elegidas por Hergé. Por lo demás, es sorprendente el efecto de pánico provocado por el eclipse: un acontecimiento de esa índole podía tal vez sembrar el terror entre el pueblo llano, pero es poco probable que la astucia de Tintín haya podido tener éxito con los dignatarios incas, en su mayor parte astrónomos conocedores del fenómeno y que precisamente se servían de él para mostrar su poder al pueblo.

Cabe decir finalmente que el eclipse es un proceso largo: en general hace falta una hora y treinta minutos para que la luna cubra al sol; el eclipse total (ocultación completa del sol por la luna) dura de algunos segundos a algunos minutos, y a continuación hay que esperar otra hora y media más para que la sombra desaparezca del todo. En total, el fenómeno dura 3 horas; y en el álbum todo parece cuestión de 2 ó 3 minutos. Hay que hacer notar también que la oscuridad parece sumir a los incas en las tinieblas cuando la luna no tapa más que los dos tercios del sol; en realidad, hay que esperar a que esté cubierto el 99'8% para que la oscuridad sea tan sensible (¡Gracias a Jean-Michel Huet por estos detalles técnicos!).

Cosa sorprendente, en la versión a la italiana de la revista Tintín, el movimeinto de la luna es completamente correcto. ¿Se tratará entonces de un error de Edgar P. Jacobs, que fue quien dirigió los trabajos de adaptación al nuevo formato del álbum?...



Un único artículo
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Tintín es periodista, pero sólo escribe un único artículo a lo largo de todos los álbumes. Ocurre en una fría habitaciñon de un albergue, mientras espera por la celebración de las elecciones locales de los Soviets. Lo dobla y lo introduce en un sobre, pero nunca lo envía.

Hay que decir que, tal y como se aprecia en este extracto de las viñetas de "Tintín en el País de los Soviets", para ser un único artículo el que escribe, la cantidad de borradores que elabora le cunde tanto como otros tantos que hubiera escrito en los 22 álbumes restantes.

Tampoco está muy claro que llegase a entregarlo en la redacción del periódico...

¿Sería una tapadera eso de ser reportero?...



El rastro de Moulinsart
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El castillo de Moulinsart, lujosa residencia del capitán Haddock desde "El tesoro de Rackham el Rojo", debe su nombre a la ciudad belga Sart-Moulin. Sin embargo, sus jardines y su fisonomía imitan al barroco castillo de Cheverny.

Todavía hoy, la Fundación Hergé conserva el folleto turístico del castillo en el que el dibujante garabateó las siluetas de Tintín y Haddock. Hoy Cheverny es gracias a su dueño, el marqués Anoine de Vibraye, un paraíso para "tintinófilos".

Se puede contemplar en su cripta el tesoro de Rackham el Rojo, la habitación del joven reportero y hasta asistir a una demostración en toda regla del Tryphonar Supercolor, el excéntrico y revolucionario televisor del profesor Tornasol.

El origen del perro
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Milú es junto a Tintín el único personaje que aparece en todos los álbumes. Se trata de un foxterrier altivo, algo egoísta y aficionado al whisky.

Existen varias versiones para averiguar el origen de su nombre:

La más verosímil es la de que Hergé lo bautizó así para vengarse de una novia que le dio calabazas. No sabemos mucho de ella. Se llamaba Marie-Louise van Cutsem, cuya contracción del nombre, Malou, hacía que se le llamase Milou entre sus más íntimos. Parece ser que estaba bien dotada y procedía de buena familia. Su padre no aprobaba el noviazgo con George, por considerarlo un chico sin futuro. Realmente el rol que adopta Milú en la serie es muy parecido al contrapunto que pueda ejercer un "acompañante" (¿¿ex-novia??) que obstenta mucho más rasgos y debilidades humanas que el propio reportero.


Otra versión es la que apunta Ariane Valadié en ”Mi vida de perro”, según la cual el día que nació Hergé, el 22 de mayo, se celebra Saint Miloud.

Una última versión, quizá la menos creíble, es la que expone Renaud Milhoux. Al parecer, su abuelo René Milhoux, un famoso piloto belga campeón de motociclismo de los años 20 y 30, le relató un encuentro que tuvo con el maestro en el periódico "Le Vingtième Siècle", con motivo de la publicación de varios reportajes sobre dicho piloto. Al parecer, el maestro se habría inspirado en el nombre del citado piloto, dada la supuesta admiración que podría sentir por el campeón. Cuenta su nieto que el propio Hergé le preguntó a Milhoux si le molestaba que usara su nombre para el perro de Tintín, lo que al parecer encontró muy divertido el propio piloto, y no mostró ninguna objeción al respecto...

Marketing periodísticoTope de la página


La popularidad del joven reportero desbordó las expectativas desde los primeros álbumes, que se vendían por entregas con "Le petit Vengtième".

Fue tal el fenómeno que tras la última entrega de "Tintín en el Congo" el periódico organizó lo que llamó la llegada de Tintín a Bruselas. Montó en un tren a un adolescente rubio y a un foxterrier blanco de carne y hueso y les preparó un recibimiento ficticio en la estación de ferrocarril de Bruselas al que acudieron decenas de miles de personas.

En poco tiempo, estos despliegues de marketing periodístico dejarían de hacer falta, cuando surge el fenómeno expansivo de las aventuras de Tintín, que trasciende las lenguas, las diferentes culturas y los distintos países a lo largo de todo el globo terráqueo.

La estela del "National Geographic"
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En la sección "Las fuentes de inspiración" ya comentamos ampliamente la importancia que supuso los artículos del National Geographic para la obra de Hergé. En efecto, éstos han sido una de las principales fuentes inspiradoras en toda la serie. Lo curioso es que Hergé nunca fue un viajero.

Sólo en los años 70, ya sesentón y multimillonario, se decidió a visitar algunos de los lugares por los que su héroe había transitado. Esto no quiere decir que sus aventuras no estén perfectamente documentadas. Sus carencias viajeras las suplió, entre otros, con una suscripción vitalicia al National Geographic, empapándose de los reportajes gráficos de París-Match y guardando como tesoros fotos, artículos y anuncios en un impresionante archivo, que aún hoy conserva la Fundación que lleva su nombre.


De todas formas, Hergé no siempre acertaba. Acusado por uno de sus lectores de haber dibujado en "La estrella misteriosa" un barco incapaz de mantenerse a flote, Hergé revisó y perfeccionó aún más sus archivos náuticos y llegó incluso a encargar maquetas de los buques y vehículos que dibujaba, incluído el cohete de "Aterrizaje en la luna", como se puede leer en la sección "Galería de apariciones y errores".

Álbumes mutilados
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Las aventuras de Tintín han sido en muchas ocasiones víctimas de la corrección política.

Los editores británicos, por ejemplo, exigieron a Hergé que retirara cualquier referencia a los grupos terroristas sionistas de "Tintín en el país del oro negro". Se trataba de hacer negocio en el floreciente mercado del recién creado Estado de Israel.

Por su parte, los americanos le obligaron a retocar la edición estadounidense de "El cangrejo de las pinzas de oro" porque un capitán blanco y un marinero negro aparecían hablando en la misma viñeta. Demasiado para los EE.UU. de la segregación racial.


El amigo chinoTope de la página

Era chino, escultor y estudiaba en Lovaina. Se llamaba Tchang Tchong-Jen y protagonizó una historia conmovedora. Todo empezó con la carta de un cura. El padre Gosset, capellán de los alumnos chinos de la Universidad de Lovaina, invitaba al joven Hergé a charlar con sus pupilos antes de enviar a Tintín al Extremo Oriente. Hergé lo hizo y conoció a Tchang, un joven de su misma edad (27 años) con el que enseguida congenió. Tchang le abrió la puerta a Hergé de la fascinación por China y a cambio él creó un personaje con su nombre, el del pequeño niño chino que sale al paso de Tintín en las páginas de "El loto azul".

Pero Tchang sale de la vida de Hergé tan de golpe como aparece. Regresa a su país y le pierde la pista. Durante décadas no sabe nada de él. Su estela sólo reaparece en sus dibujos a finales de los 50, en "Tintín en el Tíbet", con el dibujante en plena tormenta existencial. Y sin embargo, por uno de esos milagros inexplicables, a mediados de los años 70 Hergé se entera por medio de un tercero de que su amigo es ahora el presidente de los artistas de Shanghai y reanuda con él una relación epistolar. Sólo dos años antes de la muerte del dibujante, en 1981, Tchang y Hergé se reencuentran ante la prensa. Como fondo, la reproducción de una viñeta en la que Tintín abraza a su amigo chino. ¿Quién dijo que la ficción y la realidad son cosas distintas?.

Tchang Yi-Fei, la hija de Tchang, es la propietaria de la "Boutique Tintin", la mayor tienda en Bruselas de camisetas, libros, platos y demás parafernalia sobre los personajes de Hergé.

¿Personajes reales?
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Griego, millonario y seductor de sopranos, Rastapopoulos no es Onassis, ni Castafiore la Callas, pero no hay duda de que Hergé sacó a pasear el sarcasmo al colocarlos juntos. Y el naviero y la prima donna no son una excepción.

Los álbumes de Tintín esconden cientos de referencias históricas y personajes reales bajo identidades falsas. Así, el general Olívaro, libertador de San Teodoros durante el siglo XIX, como reza el álbum de "La oreja rota", es un fiel reflejo de Simón Bolívar.

Como lo es de Hitler y Mussolini el general Müsstler (contracción de ambos nombres reales), que en las aventuras juega el papel de siniestro líder de la "Guardia de Acero", partido fascista syldavo pro-bordurio en "El cetro de Ottokar".

Si para trazar el perfil del travieso Abdalá, Hergé toma el modelo de Faisal II, el rey niño de Irak, para Silvestre Tornasol se basa en Auguste Piccard, científico suizo que comparte con él cuello de tortuga y desaliño indumentario. Piccard estableció récords de inmersión submarina con un batiscafo similar al que utiliza Tintín en "El tesoro de Rakham el Rojo" y, como Tornasol, se interesó antes que cualquier otro por las posibilidades de los vuelos extra-atmosféricos.

Por último, en cuanto a Hernández y Fernández (Dupont y Dupond en el original) sólo diremos que el padre y el tío de Hergé, hermanos gemelos, solían salir a pasear juntos por los bulevares de Bruselas con bombín y bastón, vestidos de forma idéntica.


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